Cariño, no me toques el 'wishlist'

Érase una vez, en un país muy, muy lejano, una joven bloguera de moda llamada Luna que escribía una bitácora muy leída. Unas semanas antes de Navidad, Luna decidió publicar su carta a los Reyes Magos en el blog. Se debía a su público y, además, pensaba que a Sus Majestades les vendría muy bien. Como bloguera de éxito que era, sabía que tenía que escribir sus posts para un público internacional. Nada de centrarse exclusivamente en la comunidad hispanohablante, no; ella dotaba a sus artículos de una visión más global...

Finalmente, esta fue la carta que publicó:

Queridos Reyes Magos,

Este año me he propuesto celebrar una Navidad muy handmade y homemade, por lo que me gustaría que me regalarais cosas acordes con esta nueva filosofía de vida. Por ejemplo, un lipstick ecofriendly, un blush orgánico, unos botines burgundy, un kit craft, varios washi tapes, una biker de aire grunge y un clutch glitter. Todo ello envuelto en un packaging único y original, por favor.

Besos y abrazos,

Luna

Harper's Bazaar, diciembre de 1931 (ilustración de Erté)

Unos días después, satisfecha con el resultado de su carta, Luna se fue de compras navideñas a un centro comercial con su novio, Jaimito. Visitando una tienda de cuyo nombre no quiero acordarme, ella soltó de repente:

- ¡Qué collar tan bonito! Directo a mi wishlist.

Jaimito, aunque muy al día de las últimas tendencias, andaba algo escaso de inglés, por lo que se extrañó del vocablo que acababa de emplear su novia:

- ¿Directo a tu qué?

- A mi wishlist, Jaimito, ¡que no te enteras! Sí, hombre, mi wishlist, mi lista de deseos. Ahora se dice así.

- ¡Jajajajajajaja! Anda, cariño, no me toques el 'wishlist'.

Luna, muy digna, le espetó:

- En fin, lee mi último post y te enterarás de todo.

Vogue Paris, diciembre de 1923

Pero no fue así.

Por supuesto, su post recibió decenas de comentarios de sus seguidoras, afirmando que todo era "nice" y "cute", pero ni Papá Noel ni Sus Majestades de Oriente entendieron lo que Luna pedía, así que la pobre fashionista se quedó sin un regalo ni medio.

Vogue, diciembre de 1929

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Fotos: Pinterest