Después de pasar una semana en Asturias, en agosto me fui otros tantos días a Portugal, país que llevaba mucho tiempo en mi lista de destinos por descubrir. Recorrí Oporto, Lisboa, Sintra y Cascais y volví tan enamorada de todo (en especial de Lisboa) que en seguida me hice una lista con todas esas razones por las que voy a volver a Portugal siempre que pueda.
Tranvía en una calle del Barrio Alto de Lisboa
1. Lisboa.
Lisboa me conquistó como pocas ciudades lo logran el primer día en que las piso. Pero es que llegar a Lisboa al mediodía, con esa luz tan maravillosa que tiene, y que un taxi te suba por las cuestas de Alfama mientras tú te dedicas a admirar el rollo decadente de esa zona es empezar la visita con muy buen pie.
De la capital me encantó todo (para qué os voy a engañar): el castillo de San Jorge y las increíbles vistas de Lisboa desde el punto más alto de la ciudad, la zona de la Baixa y de Chiado, con esas calles y plazas tan señoriales y con la Plaza del Comercio, que es de las plazas más bonitas que he visto nunca, el Barrio Alto, Belém, con la torre y el monasterio de los Jerónimos (que es precioso), el rollo moderno y hipster de LX Factory, callejear de noche por Alfama... Como monumentos muy especiales, os recomiendo la iglesia de Sao Domingos, que pone los pelos de punta, y la iglesia do Carmo, que se destruyó en el terremoto de 1755 y se conserva sin el techo.
Otra cosa que os recomiendo es la visita guiada gratuita que hacen los chicos de New Europe por la Baixa y Chiado. A mí me encantó todo lo que nos enseñaron y, sobre todo, las explicaciones. No es lo mismo pensar que tal o cual sitio es bonito y quedarte ahí, sin profundizar más, que sentir la historia que allí se vivió. Todo se aprecia mejor si alguien te ha puesto en antecedentes.
Torre de Belém
2. Los pastéis de Belém.
Los pasteles de nata portugueses, originarios de Belém, son exquisitos. Son pequeñas tartaletas de crema con hojaldre que entran bien a cualquier hora del día. Yo los comí como postre (aunque son originarios de Belém actualmente se pueden comer por todo el país), para desayunar, para merendar, en fin que cualquier momento era bueno. De hecho, puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que son el dulce más rico que he probado nunca (y eso que viví durante unos meses en Francia, que en cuestión de repostería tampoco se queda atrás).
Helado de Santini, en Lisboa
3. La gastronomía portuguesa.
En Portugal se come muy bien y, aunque los precios ya no son tan de risa como debían de ser antes, comer sigue siendo barato. Para que os hagáis una idea, yo en ninguna comida ni cena me gasté más de 10-11 euros (y somos de buen comer).
En Oporto me encantaron la sezinha de atún, una tostada de atún gratinada con queso que probé en la Casa-Museu Guerra Junqueiro, al lado de la catedral; las hamburguesas de Munchie y el bacalao de Encaixados, un restaurante pequeñito pero con mucho encanto al lado de la Torre de los Clérigos en el que puedes cenar de menú por 8 €.
Por su parte, en Lisboa me chupé los dedos con los pasteles de bacalao con queso de oveja de la Casa Portuguesa do Pastel de Bacalhau (riquísimos, en serio), probé las sardinas asadas de O Bacalhoeiro, que estaban buenísimas, tomé helados en Santini y nos hicimos los modernos cenando un par de noches en el Mercado de Ribeira, un mercado muy grande al lado de Cais do Sodré en el que hay decenas de puestos de restaurantes top de la ciudad en los que tú pides la comida y la bebida que quieras y te la tomas en unas mesas corridas que hay en el centro de la sala. Yo probé las hamburguesas de pescado de O Prego da Peixaria y la comida asiática de Asian Lab. Ir merece la pena porque el sitio es muy chulo, pero como recomendación os diría que vayáis muy pronto porque luego se llena mucho y toca esperar hasta que alguien se levanta de su sitio.
Casas en Ribeira, Oporto
4. Ribeira (y Oporto en general).
Aunque soy más de Lisboa, tampoco quiero menospreciar a Oporto, que es otra ciudad preciosa y llena de rincones con encanto para descubrir paseando. Mis favoritos de Oporto fueron la torre de los Clérigos, desde la que se ve toda la ciudad, la iglesia de los Carmelitas, un poco más arriba de Clérigos, con una pared de azulejos preciosa, la Rua das Flores y, por supuesto, Ribeira, el barrio de la ribera del río Duero, pintoresco, colorido y en el que hordas de turistas se entremezclan con chavales autóctonos que juegan a lanzarse al río desde el impresionante puente Don Luis I. Una vez allí, es imprescindible cruzar el puente hasta Vila Nova de Gaia, en la orilla de enfrente, repleta de bodegas con los famosos vinos de Oporto.
Palacio de la Pena, Sintra
5. Sintra.
Este pueblo de cuento de hadas te despertará sentimientos encontrados. Por un lado, te encantará por la majestuosidad de sus palacios y quintas y por el encanto tan especial que tiene; por otro, terminarás aborreciendo las largas filas para todo (para coger los autobuses que te llevan al Palacio de la Pena, para entrar a dicho palacio, para volver a entrar al palacio, para visitarlo...). Mi consejo es que vayas concienciado y te lo tomes con filosofía. Acercarse al Palacio Nacional de la Pena es una experiencia que merece la pena (nunca mejor dicho), porque el edificio en sí es como un castillo de Disneyland pero real y está ubicado en lo alto de una montaña en un paraje que es Patrimonio de la Humanidad. Eso sí, prepárate para pagar mucho dinero por entrar.
En cambio, bastante más barata es la entrada a la Quinta da Regaleira, algo más desconocida pero igual de maravillosa que la Pena (o incluso más). El edificio de la finca es bonito, pero lo que realmente impresiona es el jardín, lleno de cascadas, torres que comunican una altura con otra, pequeños riachuelos que surgen de la nada y un pozo iniciático que es una galería subterránea con una escalera en espiral plagada de símbolos y referencias místicas.
En la Boca do Inferno, Cascais
6. El azul de Cascais.
El Atlántico en Cascais es de un azul marino vibrante y eléctrico como pocos. Por eso es muy recomendable llegar hasta la Boca do Inferno andando por el paseo, porque vas al lado del océano mirando ese azul tan especial en el que yo me habría perdido bien a gusto. Después de dar un paseo por el pueblo, que también es bonito, puedes ir andando por el paseo en dirección contraria hasta Estoril y allí coger el tren de vuelta a Lisboa. Estoril no tiene gran cosa, pero el paseo de un pueblo a otro es agradable y llevadero, ya que vas pasando por todas las playas que hay entre medio.
Vista de Lisboa desde el Castillo de San Jorge
7. Por lo cerca que está.
Lisboa está a 50 minutos en avión de Madrid, y Oporto como a 45. Yo no sé por qué no vamos más.
8. Por todo lo que me queda por descubrir.
A Lisboa volveré, eso lo tengo clarísimo. Y, además, ahora están en mi lista el Algarve y Comporta como destinos más de playa para el verano que viene.
¿Conocéis Portugal? ¿Sois más de Lisboa o de Oporto? Desde que he vuelto me dedico a preguntar a la gente que ha estado y de momento los resultados están muy igualados. ;)
Todo el mundo hablándome maravillas de Portugal y que yo no haya ido nunca, ¡muy mal!
ResponderEliminarMiriana's World Blog
Qué bonito! Y si que merece muuuucho la pena. Yo sólo conozco Lisboa y Sintra, pero me morí de envidia cuando vi en instagram tus fotos de Oporto ;)
ResponderEliminarHace 10 años que estuve pasando unas vacaciones de verano en Costa Da Csparica la playa de Lisboa A unos 15 km. por lo que fui varios días... me encantó su decadencia, su comida sobre todo el bacalao en toda su variedad y por supuesto los pasteles de Belén ( te diré que los pasteles de arroz de Bilbao, muy parecidos y claro más cerquita). Recorrí Sintra, Setubal y Cabo de San Vicente y alguna que otra playa que no recuerdo sus nombres, me gusto todo, por no hablar de sus fados que sumergen en una melancolía ...bueno guapa es que me emocionó con esto de los viajes, besos.
ResponderEliminarHas hecho el mismo viaje que yo!!!! Con los mismos destinos jiji yo ya conocía Lisboa y era mi ciudad favorita, hasta que fui a Oporto y decidí que ambas lo serían. Yo también volvería una y mil veces y cada vez que lo haga descubriré un motivo más por el que admirarlas tanto.No sé que ha pasado pero este año Portugal parce haber sido el destino de vacaciones de muchos.
ResponderEliminarBesitos
A mi es un país que me encanta. He ido varias veces, pero la verdad es que algunas zonas fui hace mucho tiempo de pequeña así que las tengo un poco olvidadas. Sintra todavía no la conozco y me muero de ganas. Me han encantado tus razones, y las natas.... mmmmm. Me están entrando ganas de una ;)
ResponderEliminarMe ha encantado el post!! A mi Portugal me encanta, como lo tenemos tan cerca, es como ir al pueblo de al lado (no a otro país...jeje). Oporto es precioso, Lisboa y Sintra también. Pero no hay que desmerecer los pueblos del norte, como Guimaraes o Ponte de Lima (la villa más antigua de Portugal, o eso dicen).
ResponderEliminarMe apetecen unas natas ahora mismo... :)
Un abrazo!
Yo soy muy de Portugal en general, aunque con Lisboa tengo especial predilección. Tienes que hacerte una ruta por el Alto Alentejo.. publitos como Vila Viçosa, Elvas, Castelo de Vide, Marvao merecen muchísimo la pena
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