Vista desde las orillas del río Vístula, Cracovia (todas las fotos son de mi hermana Laura)
Las cosas (casi) nunca salen como uno las había planeado. Esto no es necesariamente malo; es, simplemente, diferente. Yo esta semana os iba a hablar de los dos viajes que hice este verano: a Asturias y a Portugal. Pero finalmente no todo ha podido ser. Así que esta semana viajera en realidad serán algo así como diez días viajeros, porque espero tener tiempo este fin de semana para terminar de editar el post sobre Portugal y enseñároslo la semana que viene. :)
No obstante, para terminar esta primera parte de la segunda semana de los viajes, os traigo a una invitada muy especial. Es mi hermana Laura, que se fue de viaje con sus amigas a Polonia a principios del verano y volvió feliz de la vida por lo bonito, barato y especial que había resultado el viaje. Como sé que escribe bien, le pregunté si quería contarnos su experiencia en este país europeo tan desconocido (al menos para mí) y accedió encantada. Sin más dilación, os dejo con ella. ¡Buen fin de semana para todos!
No obstante, para terminar esta primera parte de la segunda semana de los viajes, os traigo a una invitada muy especial. Es mi hermana Laura, que se fue de viaje con sus amigas a Polonia a principios del verano y volvió feliz de la vida por lo bonito, barato y especial que había resultado el viaje. Como sé que escribe bien, le pregunté si quería contarnos su experiencia en este país europeo tan desconocido (al menos para mí) y accedió encantada. Sin más dilación, os dejo con ella. ¡Buen fin de semana para todos!
^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
Cuando decidí hacer este viaje no sabía muy bien qué tipo de país me iba a encontrar. Probablemente por incultura. Su nombre no se escucha mucho en los telediarios, ni para lo bueno ni para lo malo. Pasan desapercibidos para el resto de países, aunque quizá no tanto para sus vecinos, que tantas veces han querido repartirse su territorio como quien corta un trozo de tarta.
Polonia es un país moderno, lleno de cafeterías en las que puedes tomar café mientras lees un libro, puestos de flores por la calle y cerveza. Polonia es un país que ha sabido renacer y perdonar pero también recordar aquellos años que tanto daño le hicieron. Recordar para que la historia no vuelva a repetirse; para aprender sobre el lado más oscuro del ser humano.
Durante mi viaje de nueve días visité tres ciudades: Varsovia, Cracovia y Torun, las tres totalmente distintas y en cada una se respira una época diferente.
Varsovia, la capital del país, sorprende. Quizás no sea la más majestuosa de las tres pero creo que merece la pena conocerla a fondo (se puede ver en dos días). El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadía la ciudad, pero fue el día 30 de ese mismo mes cuando el ejército nazi se hizo con el control. Varsovia ya no era polaca, sino alemana. En 1944, se produjo en la ciudad un hecho sin precedentes. Los ciudadanos se levantaron en armas contra los alemanes en una batalla cuyo final estuvo claro casi desde el principio. La contienda se saldó con más de 250.000 muertos y cerca del 85% de los edificios de la ciudad destruidos. Guste o no, ese horror deja huella. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Varsovia fue reconstruida con muchísimo talento y acierto. Actualmente, la "ciudad antigua" o Stare Miasto luce tal y como era antes de la guerra. Un maravilloso trabajo arquitectónico de rehabilitación que permite disfrutar de un agradable paseo por la Varsovia antigua.
Otro lugar que destacar de la ciudad es el Museo del Levantamiento de Varsovia. Al terminar la visita, la idea que pudiese existir en tu mente de la ciudad cambiará por completo. Por supuesto, también hay que visitar el Nowe Miasto, donde se encuentra la casa natal de Marie Curie.
Subir a lo alto del Palacio de la Cultura y la Ciencia, regalo de Stalin, para ver las mejores vistas de la ciudad. Por último, pero no menos importante, pasear tranquilamente por el Parque Lazienki, una auténtica joya verde llena de palacios, lagos, pavos reales y ardillas.
Puesto de flores en la plaza central de Torun
Nuestra siguiente parada es Torun, una pequeña ciudad medieval situada al noroeste de Varsovia (3 horas en autobús), cuna del científico Nicolás Copérnico y de las "pierniki" o galletas de jengibre. Es Patrimonio de la Humanidad desde 1997 y fue de las pocas ciudades de Polonia que se salvó de ser destrozada en la Segunda Guerra Mundial.
Torun engancha por su animada vida nocturna; sus edificios de ladrillo rojo que tanto recuerdan a los londinenses y por su arquitectura medieval con el impresionante castillo de la Orden Teutónica y la muralla que rodea el Stare Miasto. Es perfecta para visitarla en un día. Imprescindible ir a tomar un café al Central Coffee Perks (Strumykowa, 87-100), una cafetería cuya temática es la famosa serie de televisión Friends. Puedes sentarte tranquilamente a tomar algo en el archiconocido sofá de color naranja mientras te entretienes con juegos de mesa basados en la serie.
Catedral y Castillo de Wawel, Cracovia
Nuestra última parada del viaje es Cracovia (4 horas y media de distancia desde Varsovia en autobús), situada en el sur del país. Cracovia rebosa alegría en todas sus calles. No tiene el mismo aire moderno de Varsovia, probablemente porque apenas se destruyó durante la Segunda Guerra Mundial. Para poder conocer la ciudad y sus alrededores hacen falta cuatro días. Un precioso parque llamado Planty rodea el centro de Cracovia. Era el antiguo foso que rodeaba la muralla de la ciudad medieval. Fue rellenado y actualmente es un precioso parque por el que pasear.
El Castillo y la Catedral de Wawel son visita obligada. Están situadas en lo alto de una colina conocida como Wawel desde la que hay unas vistas buenísimas de la ciudad. Visitar la Catedral por dentro es todo un acierto ya que es muy bonita y subir al campanario también. Podrás sentirte como el Jorobado de Nôtre Dame.
Rynek Glowny, Cracovia
La plaza del Mercado (Rynek Glowny), situada en el centro de la ciudad, es absolutamente espectacular. Con una extensión de 200x200 metros cuenta entre otras cosas con la Basílica de Santa María, la Lonja de los Paños (actualmente con puestos de recuerdos y productos típicos) y la torre del antiguo ayuntamiento (s. XV). Está llena de cafeterías y bares en los que disfrutar de una cerveza (la más barata de Europa) o de un helado.
Otro lugar muy recomendable es el Collegium Maius, el edificio de la antigua universidad de Cracovia y sede administrativa de la actual (s. XV). Recomiendo visitarlo también por dentro ya que las estancias son muy bonitas y hay objetos únicos como un Oscar, una Palma de Oro o un Premio Nobel; el globo terráqueo más antiguo existente que muestra el continente americano o instrumentos utilizados por Nicolás Copérnico en su período de estudiante. A las 11 y a la 1 de la mañana, un reloj situado en el patio interior del edificio (réplica del existente en el s. XIV) da la hora con el movimiento de sus figuras de carrillón al són del Gaudeamus Igitur.
Vías del tren en el campo de Auschwitz II-Birkenau
Desde Cracovia se pueden realizar dos excursiones: las minas de sal de Wieliczka y el campo de concentración de Auschwitz.
Las minas de sal de Wieliczka comenzaron a explotarse en el s. XIII y en el siglo XV ya fueron abiertas al turismo (Nicolás Copérnico las visitó). Cuentan con cerca de 300 km de galerías subterráneas y la profundidad que se alcanza con la visita es de 327 metros. La capilla de Santa Kinga es espectacular gracias a su gigantesco tamaño y a los relieves de las paredes, esculpidos en la sal.
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau se encuentra a una hora aproximadamente de Cracovia. Fue allí donde cerca de 1 millón de personas, la mayoría judíos pero también intelectuales polacos entre otros, murieron exterminados por el Régimen Nazi. Visitarlo no es una experiencia fácil y hay que ir concienciado de lo que se va a ver. Cruzar la puerta del campo Auschwitz I leyendo la gran placa escrita en alemán en la puerta ("El trabajo os hará libres") es escalofriante. Visitar los barracones; escuchar la explicación y las historias que cuenta la guía (muy recomendable hacer la visita con guía); entrar en la cámara de gas en absoluto silencio y caminar por los mismos senderos de tierra por los que lo hicieron los prisioneros es estremecedor. Llegar a Auschwitz II o Birkenau y ver la inmensa extensión del terreno (2'5 km x 2 km); las vías del tren; el lugar donde se realizaba la selección. Creo que ni aún viéndolo con tus propios ojos puedes imaginarte el horror de aquello.
Plaza central de Torun con la estatua de Nicolás Copérnico
Los polacos son gente amable y simpática y muy dispuesta a resolver tus dudas de turista perdido con una gran sonrisa. Tratan de olvidar el horror que allí se vivió y seguir con sus vidas mirando hacia el futuro con esperanza.
Polonia no olvida, sino perdona. Y eso se nota. Pero más importante todavía: Polonia ha sobrevivido a la guerra y ha resurgido de sus cenizas más fuerte y dispuesta a reafirmar el hueco que se merece en Europa.
^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^
Gracias, Laura, por saber transmitir tan bien todo lo que viviste en Polonia. Leerte es un gustazo, hermana. :) (¡ya veis que escribe mucho mejor que yo!).
¿Conocéis Polonia? Yo no, pero después de que ella me contara y de leer semejante crónica, tengo muchísimas ganas de visitar el país.
un post de viajes e historia, me encanta :) feliz finde ***
ResponderEliminarPues me ha encantado la verdad, esta semana que viene se van unos amigos y no hemos ido con ellos pues ya había otra cosa nacional preparada, pues como tu dices habrá que ir a conocerlo, besos
ResponderEliminar