Hoy, mientras escribo este post, pienso en cuánto ha cambiado mi vida en un año.
Para la mayor parte de la gente, el año empieza en enero o en septiembre, pero para los de mi generación el año empieza cuando se te acaba un contrato de trabajo (las becas van por años, es lo que tiene) y empieza una nueva aventura. O al menos eso me pasa a mí.
El 31 de octubre de 2014 (o sea hace ahora un año) se acababa mi contrato de periodista becaria en Huesca y se abría ante mí la incertidumbre más absoluta. Recuerdo que no quise deprimirme en ningún momento, que sabía que algo llegaría y que si no, pues es que no era el momento. Recuerdo que pasé el primer fin de semana de noviembre en Madrid con mis amigas del Erasmus y que les dije que ni tenía trabajo ni pensaba preocuparme por ello. Que bastante tenía con estudiar la carrera y con decidir de una vez por todas a qué quería dedicarme de verdad.
Y entonces, dos semanas después, un tren inesperado se detuvo en mi parada y alguien descendió para ofrecerme un trabajo. Como conocía a ese alguien porque ya habíamos trabajado juntos bastante tiempo, ni me lo pensé y dije que sí. Que adelante. De esta decisión, de haberme subido a ese tren, me arrepentí varias veces en los siguientes meses. Se me acumulaba el estudio, cobraba una mierda trabajando muchísimo más que en Huesca y aquello ya no era lo mismo que antes (ni de lejos, además).
Pero seguí el viaje. Seguí porque, al fin y al cabo, pasaba las mañanas escribiendo sobre cosas que me gustaban, subiendo tonterías divertidas al Facebook y mirando los precios de la ropa de Zara sin sentirme culpable. Seguí porque ese trabajo me hacía feliz. Y resulta que llevo así ya casi un año.
Hace unos cuantos meses, mi vida pudo haber cambiado más todavía. Me ofrecieron un trabajo que terminé rechazando, porque aún no tendré muy claro qué quiero hacer realmente con mi vida, pero sé que eso no. Pese a que haberme subido a ese tren habría supuesto una mejora sustancial en mi cuenta bancaria y muchísimas más vacaciones.
Siempre nos han dicho que hay que subirse a todos los trenes que paran en nuestra parada, que si paran es por algo, que hay que aprovecharlos. Pero yo no lo creo. Creo que cada uno ha de subirse al tren que realmente quiere, a ese que le va a llevar al destino final que desea, aunque antes dé toda la vuelta del mundo.
A lo largo de mi vida me he montado en ciertos trenes porque es lo que tocaba, porque me daba miedo quedarme en la estación sin hacer nada o, lo que es peor, pensando. Y, sin embargo, los años te hacen darte cuenta de que no pasa nada por no subirse a ciertos trenes, que de hecho es preferible quedarse pensando a coger un tren que no te llevará a ninguna parte, porque al final el tren que realmente te llevará a tu destino siempre acaba parando en tu puerta. Eso sí, tienes que estar atenta.
Y si bien todavía no tengo claro cuál será ese destino, sé que llevo un año subida en el tren correcto, aunque de momento esté dando miles de vueltas y haciendo decenas de escalas.
pd. Los recuerdos.
Yo creo que no hay que subirse a todos los trenes que pasen por delante tuyo, sino que hay que seleccionar y escoger el que más te guste/apetezca/convenza...
ResponderEliminarSi crees que el tren que elegiste, en el que estás subida, es el adecuado sigue adelante ;)
¡Besotes!
Yo soy de las que piensa que siempre hay estaciones en las que bajarse. A mí lo que me da miedo es esperar por un tren que no sé si llegará o no. Supongo que las experiencias son las que nos hacen ser de una u otra forma, pero en definitiva, creo que lo importante es tomar la decisión que nos aporte felicidad.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en lo de que siempre hay estaciones en las que bajarse. Respecto al miedo a esperar, no sé, yo creo que al final siempre llega un tren que, aunque dé más vueltas, te lleva al destino que querías. Y, efectivamente, lo importante es hacer lo que nos haga felices. :)
EliminarTotalmente de acuerdo! Yo en junio terminé la carrera y por primera vez me encontré con el futuro en blanco, sin nada que hacer, y he de decir que sí que me agobié un poquillo.. En septiembre me ofrecieron un trabajo de lo que yo había estudiado, estaba de lujo, y yo lo habría aceptado encantadísima, pero sentí que no era lo que tenía que hacer este año, probablemente el que viene sí pero este todavía no.
ResponderEliminarNo pienso que sea una oportunidad perdida, simplemente una de tantas oportunidades que sé que se me presentarán.. a veces simplemente no es el momento!
Exacto! Seguro que se te presentará otra oportunidad igual de buena (o mejor!) cuando de verdad sientas que es lo que tienes que hacer.
Eliminarcada día pasan cientos de trenes frente nuestro pero solo tenemos que subirnos al que creamos que es bueno para nosotros en ese momento o, al menos, así lo veo yo. no pienso que haya oportunidades desaprovechadas; en cada momento tomamos la decisión que creemos mejor y eso tiene unas consecuencias, pero cada decisión las tiene. bien por dejar de coger los trenes que "toca"! :) besos Marta!
ResponderEliminar¡Ay Marta! Algo parecido me ha pasado a mí, también voy casi para un año subida a un tren, y cierto, para mí el dinero no es nunca fue importante. Mi trabajo ha conseguido que levantarme temprano todas las mañanas no me pese y estoy contentísima, y también como tú no me siento culpable de estar todo el día en internet porque justo mi trabajo consiste en eso :)
ResponderEliminarCuánto me alegro, Rocío! A seguir adelante, entonces. :)
EliminarComo me gusta lo que escribes y como lo cuentas!!, no se que decir, es tan diferente vuestro destino al que personalmente tuve yo, (estábamos muy supeditados a nuestros padres) antes estudiabas (en mi caso ninguna carrera) te salia un trabajo y por suerte o por desgracia hay te quedabas, nunca me he podido quejar he estado trabajando en la misma empresa 37 años que se dice pronto y he tenido la gran suerte de prejubilarme con una edad estupenda para hacer todas las cosas que de otra manera no podría hacer sin ir corre que te pillo, viajar, ver exposiciones, entretenerme con estos magníficos blogs que sigo, restaurando muebles, ahora aprendiendo fotografía y bueno un montón de cosas mas, la gente de vuestra edad tenéis otra visión de la vida, estáis super preparadas pero no es la mejor época laboral, por eso os digo hacer lo que os guste, disfrutar con cada uno de los momentos que tengáis por delante y coger el tren que queráis como un inter-rail que te puedas subir y bajar según creáis que te llevara al destino que tu quieres que te haga feliz, siempre el que tu quieras. Me encantas Marta, un beso
ResponderEliminarCómo me gusta que des tu opinión, Elena, es tan interesante!
EliminarY tienes toda la razón del mundo, son otros tiempos diferentes, no creo que ni mejores ni peores, pero sí diferentes, y hay que adaptarse a ellos.
Me encanta que estés disfrutando tanto de tu nueva etapa!! Hoy he visto El becario y me he acordado mucho de ti y de tu comentario. Te la recomiendo!!
Pues tus deseos son ordenes, pienso verla todo lo que recomiendas me encanta, eres mi Pepito Grillo juvenil, el otro día vi Marte (fue entretenida) y mañana Bendita Calamidad hay que hacer patria y ademas la ponen muy bien y risas garantizadas (tengo ganas de risas) y gracias por tu comentario,
EliminarUna frase que acabo de leer y que va anillo al dedo a este post " No permitas que la consecución de una meta te impida dar rodeos interesantes”. a que es preciosa!!!
ResponderEliminar